Ahora que el curso
acaba y el verano
se abrirá desde playas
y entre noches sin sueño
vueltas al mirador
de un paraíso -el de la edad
temprana de unos ojos
puros ante el sentido
y la belleza del mundo,
inicial como ellos-
me despido consciente
de lo que un día fui
y veo en vosotros:
el origen de todo
sin más mancha ni peso
que el vuelo de cometas
en un cielo sin nubes
hacia ninguna parte,
por el gusto infinito
de ondear sobre límites.
"El tiempo y el amor es ahora vuestro",
deletreo en mis libros.
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