jueves, 26 de julio de 2012

Vegetal

Han podado el jardín.
Cojo del suelo
tres hibiscus,
cada uno de su color:
rojo, anaranjado y nácar.
Es ese mundo
entre el agua y el viento,
con raíces y lentitud de lo arbóreo
al que aspiro
y no recuerdo si he llegado a entender.
Bajo su reino acogedor e indefenso
busco en la umbría
la semilla
por la que un día sienta
que mis hojas -fuera ya del olvido-
son ese surtidor
del que nacen los pájaros
o tal vez -y a la vez-
el regalo de ellos a la tierra.
 
 

2 comentarios:

Álvaro Valverde dijo...

Hermoso poema. Tropical, diría. Un abrazo, Á.

Carlos Medrano dijo...

Los mejores amigos viajan con nosotros. Merecen -siguen al lado de- lo que escribimos.

Fue escrito en el sur de Tenerife. En medio de esas enormes pendientes volcánicas hay pequeños oasis creados por la mano del hombre, jardines tropicales que llegan hasta los acantilados, de cuyo océano me traigo el recuerdo de haber navegado al lado de los delfines mulares y las ballenas calderones, con las que volvería de nuevo y sin dudarlo a estar. En esa libertad y dimensión del mar donde son animales más que humanos.