domingo, 29 de enero de 2012

Un descanso

Llevo pensándolo hace un tiempo. Dar un descanso al blog. Y reconocer que hay un momento para todo. Hay poemas y escritos a los que podía seguir dándoles la vida pública que merecen y que aquí tenían su reposado espacio y cuidado. Siempre puede haber ocasión para ello. El silencio es tan necesario o más que la comunicación y entenderlo es respetar los ritmos y la atención a los cambios y tareas vitales que nos piden paso. Eso es todo. Sobre todo si se quiere escribir a gusto de nuevo. Pero ahora, a pesar de haber disfrutado de las publicaciones y del espacio de encuentros que el blog también ha sido, es el momento de hacer un alto con los ojos abiertos (y también cerrados) a espera de sentirme más adelante con otra sensación y peso. La vida se mueve tan rápida que aunque seamos los mismos, nada es a la vez lo de hace poco tiempo y son necesarias las paradas mientras sentimos la fuerza o la necesidad de estas reconexiones y entendemos el sentido de lo que vivimos o está sucediendo. Señalo así esta lectura interior e impulso. El mejor modo de marcar este alto es hacerlo con dos o tres poemas más en los días siguientes. Nadie abandona nada, más bien hablo de la necesidad de ver -y quien sabe si ser- de otra forma de nuevo.
   

martes, 24 de enero de 2012

Apariencia de límite

Guárdame
lo que encierre tu mano,
el hueco transparente
donde tal vez repose,
sin memoria de sótanos
que como pez me ocluye.
Reiné un día de brumas
no querido por nadie.
Pero sé del deseo
de un cauce silencioso.
Una palabra basta
vibrante que recuerde
el descanso de helechos
que no holló la serpiente.
En tu mano que abres
se posa el sueño blando
de un planeta sin peso:
salva el fuego, si caigo,
allí donde fui libre.
 
 
* (Este poema fue escrito al leer por sorpresa otro poema mío, De lo adverso, en el blog Pura Tura de Miguel Ángel Lama. Dialoga con él a la vez que es independiente. Posibilitando ese contraste y sentido, así han aparecido juntos en el número del mes de enero de La bolsa de pipas de Roman Piña Valls que debe estar camino de mi buzón. Á. V. en Soria medió hace unos meses este encuentro)
  

miércoles, 18 de enero de 2012

de Corro fugaz

                             III

 
Hoy carezco de tenderete ruso
y capitán hundido
sin mediavez de hablarnos tres palabras,
y aterido el pastel
es desencanto y lágrima
ver tropezar los labios por diciembre.
   
 

* (En julio pasado recibí el aviso e invitación para participar en una antología de jóvenes que en los años 80 en Valladolid componían sus primeros libros de poemas y cuya trayectoria ahora se quiere reunir. Se me pedía ir haciendo una previa selección de mi escritura en la que, a estas alturas y deshoras, me afano. Releer sobre todo esos inicios ha sido un desasosiego inesperado después de tantos cambios personales y literarios, y una sensación extraña y difícil de cómo hilar una lectura posible de esos orígenes treinta años después. En lo íntimo, era aceptar el respeto y el vértigo de esa parte ante la que, con un verso reciente mío, podría sentir "la imperfección de la belleza", esta vez en la temporalidad relativa de lo escrito. La capacidad de escribir no justifica siempre todos los frutos, especialmente los iniciales, tan proteicos y sometidos a un aprendizaje vital, no sólo literarioY a la vez continúa la satisfacción ante otros poemas en su frescura o imágenes audaces. O, más sencillo, puede que más logrados. Recuerdo que Luis Caparrós -hoy en Galicia- gustaba de este breve poema. Nosotros, aquellos alumnos, descubríamos que algunos de nuestros buenos profesores de la Facultad también escribían. Con ese tacto de intuitivo escritor, a Luis Caparrós le debo, además del placer de sus clases, la interpretación y lectura más interesante que recibió aquel primer libro, que redactó para presentármelo. Las cuartillas, manuscritas con una bella caligrafía, siguen estando ahí como regalo.)
   

miércoles, 11 de enero de 2012

Cada noche

Cada noche al sentirlo
-hecho gato el espacio-
detén el tiempo.

Trata de verlo
más allá de su juego
con que huye a diario.

Y acceder, diluirte
en el punto infinito
donde te cuente todo.

Luego, del universo
con tu dedo dibuja
lo incesante cercano.

Ponle tus ojos
para que el fuego lleve
voluntad de vivirlo.

 

* (Después de varios años sin coincidir, pude estar en los primeros días de este dos mil doce con Aderito Pérez Calvo y Consuelo Ceínos, amigos entrañables de Cuenca de Campos, siempre tan creativos y testigos vivos de un campo castellano -y hasta un vocabulario- que culmina con ellos. ¡Cómo no dedicarles algo mío si nunca los he sentido lejos!)
  

jueves, 5 de enero de 2012

La otra puerta

En el silencio conocemos las horas que no precisan explicarse nunca. Tan reales que su dimensión -más palpable que el sueño- toca tierra y nos cambia. Las palabras usadas pueden, a partir de entonces, abandonar una herencia de siglos que no es identidad ni merece ser carga. Más que retener esas horas, hay que entender que todas las siguientes esperaban adentro esa respiración y diferencia -renovada, incesante-, propia de una corriente.
   
  
* (para la noche de Reyes)