sábado, 30 de octubre de 2010

De las proyecciones de la escritura

De una carta reciente: A veces he escrito para vivir y, después de todo, he vivido porque he escrito.

En principio cuando sólo era posible vivir de este modo. Y desde siempre, porque en el folio se adensaba el rostro vislumbrado que se nos escapaba en la vida. 

Al fin y al cabo, escribimos para dejar a salvo el reflejo mejor de lo vivido y, al hacerlo, mantener su destello.
 

3 comentarios:

Rafael-José Díaz dijo...

Sí, creo que vida y escritura son muchas veces reflejo la una de la otra, y lo que en la escritura queda como huella de la vida quisiéramos que fuera, no sé si lo mejor, pero al menos lo más auténtico y lo más hondo de la vida, de lo vivido en sucesivos días, que se transforma así en sucesiones de palabras que leemos, o quisiéramos que se leyeran, como si al hacerlo nos transmitieran el calor de una cosa viva. Un saludo.

Carlos Medrano dijo...

Gracias, Rafael, por tu comentario. Aprecio tu cortesía y las palabras que fluyen desde su facilidad de contener inteligencia, uno de los dones más hermosos de la vida, no tanto para servir a la erudición sino a la claridad, a la hondura. Reflexionamos y vivimos con la palabra y notamos como las personas y situaciones que nos rodean también cambian y reaccionan según hacemos uso de ellas. En ocasiones nos queda la felicidad de verlas juntas en forma de un poema, necesario refugio para los días que se acortan. Y para los que volverán a brillar tras el invierno (éste que está llegando y que, a la vez, esta vez no me gusta).

Alfredo J Ramos dijo...

Quizás a veces, en ese binomio escritura-vida, tendemos a olvidar que escribir (ese acto) es también una parte del vivir, y en el sentido más inmediato, no figuradamente. Basta con pensar en la cantidad de tiempo (no sólo inclinados sobre el papel, también lo peripatético, por ejemplo, cuenta) que dedicamos a urdir un nuevo orden de las palabras para entender la vida (o lo que sea). Y ello por no hablar de la lectura, que en quien tiene la escritura como vocación, necesidad, condena, medicina o incluso costumbre..., es también una parte importante de lo mismo. Y, por fin, sin más ambages, ¿escribir no es vivir? Asunto del máximo interés. Un saludo.