domingo, 12 de mayo de 2024

Sombra viva

                                   Aquella voluntad honesta y pura
                                             (Garcilaso, égloga tercera)

 
A quien la soledad sin más deshoja
el brillo y el color de la mejilla
mientras que se desliza por su mano
la tez de una invisible y honda ausencia,

cómo poderle mitigar el duelo
o sostenerle el corazón que inclina
si nadie puede consolar el frío
que esculpe el tiempo amado que ya es fuga. 

Las lágrimas descienden cada noche
al aroma de un patio en el que vaga
la imagen de dos almas y un silencio
capaz de resonar bajo la tierra. 

Te vi llegar al pie de la alegría
que aunque no estés se refugió en mi boca.
El sauce oscila siempre su verdura
y el día renuncia ante él a la desdicha.


* (Recuerdo cuando en segundo de carrera comencé a leer a Garcilaso, el asombro que me causó su sensibilidad hendida de un idealismo amoroso y melancólico -en este ámbito, la separación y el dolor ha inspirado más veces poemas muy intensos que los debidos al disfrute y el gozo- y la musicalidad de sus versos. Ese clasicismo fue capaz de levantar un canon hoy todavía atrayente cimentado sobre la selección del lenguaje poético y el lirismo al servicio de convertir el impulso vivido o anhelado en una plasmación de lo armónico donde lo musical y la naturaleza se conjugaban para ennoblecer ese empeño. Lo amoroso -como en las edades del hombre- es un espacio presente y casi ineludible en el comienzo de todo movimiento creativo, y así las jarchas son un claro testimonio elemental de ese origen. Estamos al principio de nuestro Renacimiento, y allí un poeta joven de aprendizaje petrarquista expone la suavidad de su ansiado paraíso con la virtud de las letras que consagran lo que la realidad y las armas no le dieron.

En aquel momento universitario, estas y otras lecturas más actuales me impulsaron a escribir unos pocos poemas recogidos bajo el rótulo de El asedio del agua en los que me acerqué a esta sensibilidad en la que quise conjugar lo poético con lo narrativo sin renunciar al lirismo y el placer de lo estético. El adentrarme en un borrador nuevo como este me ha devuelto a aquel tiempo. 

Se nos olvida a veces que el lenguaje genera realidad y que el poema es una creación donde la realidad nombrada no existe más que en el cuerpo y espacio propio de esa secuencia expresiva, sin derivar de otra referencia donde pudo apoyarse al tomar forma, aunque tal vez en la universalidad que ese lienzo despliega pudiera estar captando un reflejo invisible de una vivencia acaecida a otros. Porque la palabra anticipa o se amolda a una tácita e intuida vivencia que el sentir comunica. Y el creador antes que nada escucha. Con el tiempo, poemas como este que salvamos del pozo de otros borradores interrumpidos o imperfectos quizás sigan diciendo algo o también se descarten como un noble ejercicio fallido de una tarde valiosa.)
 
 
     fotografía de Carmen Fernández-Daza, del patio de su casa familiar en Almendralejo

lunes, 29 de abril de 2024

Ajimez

                                              a Basilio Sánchez

Si pudiera la flor volverse roca
y leve catedral en cada pétalo
que girar por el tallo en una ofrenda,

si el vuelo pasajero que ahora cruza
de un ave en este cielo perdurara
grabado sobre el aire en un reflejo,

si fuese el azul mar canción o nieve
y su hondo corazón desfalleciese
para débil rendirse ante la noche,

si ver y oír en el trigal la lluvia
nos uniera al latido a flor de tierra
que sólo rasga el rayo y la ventisca,

si cuando cae la luz algunas tardes
baja el deleite hasta el que espera poco
y en su fugacidad y fragua huye,

así transcurre el día en sus crisoles
como un vilano que unos labios soplan
asidos al deseo que al fin buscan. 


* (Si hay dos poetas destacados en la actual lírica escrita en Extremadura, sin duda alguna son Álvaro Valverde y Basilio Sánchez, tanto por la calidad y extensión de su obra escrita, como por la solidez de su reflexión literaria, el sentido vital y literario con que conciben su continuada dedicación creativa a este género y su cuidadosa tarea con que enfocan su voz para dar forma a sus universos personales. A ello unen su amplia formación lectora, que es un modelo de orientación y de un gusto equilibrado para muchos. Además, cercanos por edad a la generación mía y, por tanto, con la sintonía y diálogo de similares vivencias del tiempo que nos toca. Sin duda alguna, hay más poetas destacables de obra conseguida además de ellos en nuestro panorama regional. Y esa fecundidad es digna y generadora de más creación poética, celebrada desde el ilusionado resurgir literario en Extremadura de los años 80. Sí que mencionaría los recordados por desaparecidos. Entre ellos, Ángel Campos, Vicente Sabido, Santiago Castelo -aún pendiente de rescatar su rica obra en prosa, como sus sensoriales Habaneras, que son sus personales Sonatas caribeñas, tan sólo difundidas en edición no venal encuadernada para regalar entre amigos o en la edición poco conocida de sus Hojas cubanas,  o sus artículos literarios en prensa, o sus inéditos diarios escritos para él mismo y conservados en cuadernos mimados con su letra-... Si algo acompaña a la verdadera poesía no es su capacidad de exhibición ni su fin es el éxito de un ejercicio de modas, sino una callada y solitaria atención para quien entiende el retiro y el silencio que la dedicación a su búsqueda requiere. Este poema dedicado a Basilio cumple una deuda desde el placer de lector con la belleza, misterio y transcendencia de lo natural y sencillo que en su poesía reside.) 


    fotografía de Carmen Fernández-Daza, de una orquídea cultivada en su casa, capaz de devolvernos 
    la pureza acogedora que amamos en la vida. 

jueves, 18 de abril de 2024

Aguanieve de abril

y todo es paz
y estrechas lo que amas
y una tarde infinita y siempre abierta

Aguanieve de abril.
Tras los cristales te adivino,
oh transparente anhelo de vivir
asido al cántico.
Bajo un cielo invernal
esplendoroso
nacen briznas de amor
donde el tacto cautiva
con la intensa emoción 
del fiel encuentro.
Empapados, dichosos, aún más bellos,
todo es alta sonrisa al descubrirnos.


* (El comienzo de este mes de abril en el que las bajas temperaturas dieron paso a un frente de nevadas tardías e inesperadas me hizo recordar este poema escrito en Valladolid en otro abril de 1986 a mitad del cual, pese a lo avanzado de la primavera castellana, el frío que allí a veces cuesta soltar, y casi es parte del paisaje de esas tierras de la meseta alta, trajo unas ráfagas de aguanieve -y con ellas este poema- bajo cuya blancura recibida desde los ventanales del edificio del Conservatorio de música acudía hasta allí con su violonchelo quien fue merecedora de estas líneas. Al igual que la nieve sólo puede ser contemplada unos días antes de disolverse en agua, esta estampa refleja lo irrepetible del momento en la fugacidad sorprendida que recrea.)

viernes, 29 de marzo de 2024

Túmulo de Son Ferrer

Aquí aguarda,
a salvo del olvido,
lo que nadie conoce
bajo el cielo cambiante
de siglos y estaciones
que han dado a este montículo
su sesgo de erosión, derrumbe y líquenes,
hasta el que hemos venido sin saberlo.

Alojan estas piedras circulares
-en torno del altar que sobrevive
para una ceremonia sin testigos
que este lugar repite y nos devuelve-
el sol que no sucumbe,
el salitre cercano,
la rosa de los vientos empujando las olas
sobre el acantilado de la costa,
al pie de unos cipreses verticales aún jóvenes
y el temple acogedor de olivos y acebuches
que ennoblecen el tiempo
aquí perenne.

La hierba tras las lluvias,
el brillo dispersado de unas flores silvestres,
el canto semioculto de unos pájaros,
como el planeo ingrávido de un ave
sobre lo inamovible del momento,
dan a la luz de esta mañana alta
el profundo sentido de un instante entrevisto
donde también cruzaba el aire
la piedra de una honda que en el cielo lejano 
de antiguos moradores de esta tierra
trazó su elíptica defensa
curvada para el nombre de estas islas.

Posiblemente un cuenco con aceite votivo
y una mecha encendida
velaron como ofrenda en este túmulo
a aquellos que yacieron
dejando sus facciones bajo tierra
y su frágil memoria en semejantes
igualmente abolidos por el tiempo.
Callamos ante ellos.
En el vacío persiste un motivo sagrado
intemporal a quien acude hasta esta linde.
Algo más que unas piedras
hallo en este legado al descubierto
donde los puntos cardinales caen
como cualquier otra distancia cede
en el sendero reservado hacia lo interno
que aquí resuena intacto
para el inesperado caminante.
 
 
  

domingo, 17 de marzo de 2024

Inquietud, tierra firme

Ante mis ojos
el mundo es un remanso
que nos contempla.

En cada tarde,
más allá de la muerte
el sol renace.

La luz templada
se abre en lo profundo
de algunas noches.

El cuerpo late
ajeno a lo que cubre
el aire insomne.

En ese estado
los límites del tiempo
desaparecen.

Antes del alba
el sueño nos devuelve
hacia otra niebla.

Sin fin ni origen,
hay puertas y ventanas
a todas partes.

La hierba es hierba,
y el pozo y la montaña
son mis palabras.
   
                                  ilustración de Sandra Galli para el libro Entorno claro

* (Acompaño esta entrada con la ilustración que mi amiga y pintora Sandra Galli preparó para el libro 'Entorno claro' y que, pese a su belleza e inspiración, al final no pudo aparecer en la cubierta. El elemento agua aquí reflejado era el más presente en sus distintas formas -lluvia, mar, ríos, niebla...- a lo largo de sus poemas.)

viernes, 15 de marzo de 2024

Diálogo entre Júpiter y Borges

- Sentí lo que creé y viví al ser mío.
De siempre lo infinito quiso verme.

- Mis ojos se secaron ante el orbe.
La noche vino a darme las palabras.
 

lunes, 29 de enero de 2024

Relación del silencio

Delante cada día veo el paisaje
que me acompaña sin sorpresas.
Pues son ensoñación las ilusiones
de que algo nos falta
y ha de venir de lejos como una salvación
para volver a un territorio
que ya no es el de entonces
ni en el que nos espera nada nuestro.
Mas esa expectación nos teje un mito
insatisfecho que divide.
Este lugar, desconocido, no alcanzado por nadie,
posee lo que otros buscan y no encuentran
en sus grises rutinas invernales
de una ciudad devoradora
donde la nada abunda y ellos cumplen
un ritual vacío hacia su muerte.
Yo llegué hasta aquí en el empuje
de unas olas donde el reflejo de los días
llega a quemar indesmayable,
y al roce de los años el salitre se aferra
en el sudor y cada pliegue de la cara
mientras preparo el fuego
o cazo y recolecto unos frutos que tras probar su jugo
dibujo en mi memoria sin conocer sus nombres.
Porque todo poseo y sin embargo
no lo puedo contar ni sé como se llama
cada elemento que descubro
creando para mí un firmamento nuevo.
Por eso, recorro este lugar como el que sabe
que los días lo esperan,
dialogo sin hablar con lo que encuentro,
alzo la vista al cielo y pido lluvia,
o que venga la noche
y percibo que la luna me oye 
o veo caer estrellas.
Los días se repiten. ¿Acaso algo me falta?
Un ave cruza y desde lo alto me divisa
con la facilidad que busca el agua
o el ramaje en donde se refugia.
Soy parte de este espacio que nunca morirá
mientras nadie lo pise, mientras el sol
que huye en cada ocaso vuelva a brillar
sobre los cuencos de mis ojos
que hace tiempo son parte de esta tierra
en la que me tumbé a un largo sueño
el día que los cerré para ir tan lejos,
desde donde imagino estas palabras.